REPRODUCCIÓN TEXTUAL.
Gonzalo Andrés Gutiérrez
31 de diciembre de 2021
ORGULLO DE PATRIA CHICA EN LA AGONÍA DEL VEINTIUNO
Se cumplieron veinticinco años de la muerte de Roberto “Boby” Aizemberg, el mayor exponente del surrealismo en la Argentina. Artista consagrado de la pintura, de proyección internacional. Sus obras se exponen en el Museo de Arte Moderno de New York, en galerías de París, de Estocolmo, de Milán, entre otras que lucen lo más granado de la pintura.
Hijo dilecto de Federal, su cuna, donde transitó su niñez, cuyas vivencias dijo plasmar en los colores de su obra.
Padeció el exilio forzado en la última dictadura militar, residiendo en París, Milán, y otros sitios donde las vanguardias artísticas lo adoptaron, para su consagración definitiva.
Me cuesta entender que el aniversario no haya servido para que los “responsables” de la Cultura en Federal, en un merecido tributo, no lo hayan aprovechado para un evento cultural.
En lo personal, no reniego del Chamamé, género prototípico de nuestra música, el que forma parte ya, para los federalenses, de una cuestión identitaria.
Pero me permito decir que Federal tiene también “otras” expresiones culturales, las que también plasman nuestras olvidadas tradiciones identitarias. Hay gente en Federal que pinta y muy bien. Hay quienes escriben y muy bien, sin que merezcan desde el Estado Municipal el mismo acompañamiento que se prodiga a los chamameceros.
Me viene a la mente el fallecido Jorge “Parga” Olier, consagrado poeta lírico de gran talento, autodidacta, cuyo fervor poético abrevo en temáticas propias de nuestras tradiciones y paisajes montieleros, y su “numen montaraz”, quien tiene ya un lugar representativo en las letras federalenses. Me viene a la mente el poco conocido Norberto Wolman, escritor de origen federalense y de tradición judía, quien reflejó sus tempranas vivencias en los paisajes de nuestros arroyos y montes. Me viene a la mente Miguel Gonzalez, federalense por adopción, también consagrado poeta, entre otros.
Me cuesta entender que los encargados de “preservar” nuestros valores culturales, no hayan reparado en el aniversario de la muerte de Roberto “Boby” Aizemberg, y que ello no dispare el debate sobre el necesario rescate de “otras” expresiones de la cultura vernácula, que hablan de nuestro pasado y presente, y de nuestras tradiciones culturales forjadoras del presente.
En fin, me cuesta entender que los “responsables” de la Cultura, por ignorancia o falta de conocimiento de las tradiciones que nutren nuestra identidad, hayan incurrido en el imperdonable olvido, el que me deja la ingrata certidumbre de que, como sociedad, aún no hemos encontrados nuestra identidad.
Me viene a la mente la última parte de la película “El ciudadano ilustre”, cuando algunos vecinos de un pueblo de provincia, “cagaron a huevazos” a un hijo del pueblo, quien regresaba como poeta consagrado, luego de que en un acto público les dijera a los vecinos que “tengan cuidado” de quienes se erigen como “custodios de la cultura”.
Fuera de críticas, pues no creo que haya sido intencional el olvido, yo, como federalense, siento orgullo de que Roberto Aizemberg haya sido hijo de mi ciudad.