miércoles, 1 de enero de 2020

CAMBIO DE ÉPOCA

Gonzalo Andres Gutiérrez 
CAMBIO DE ÉPOCA
“Cambio de época”, el eufemismo utilizado por un comunicador vernáculo, para anunciar la “unanimidad”, el titánico y patriótico esfuerzo de los concejales de Federal para “acordar”, en su ominoso debut, cuando se trata de fijar la cuantía del aumento en los haberes de los funcionarios municipales.
La expresión me sugiere dos hipótesis. O el comunicador avala la deplorable decisión, como fiel y rentado guardián mediático de un orden injusto o comparte conmigo la indignación de tan abominable proceder, de quienes debieron estar a la altura de las circunstancias, siendo los primeros en practicar el “ajuste” que se les pide a los empleados municipales, y a la ciudadanía en general. Me inclino por ésta última opción.
El hecho trasunta el enorme cinismo de la llamada “clase política”… y de nosotros mismos. Se trata de la misma clase política que, cuando le toca jurar para el cargo, invoca a el “Che”, Cristina, el cannabis medicinal, la Patria, los pobres y a cuanto ícono condensador de valores les viene a la mente, en una patética actuación escénica, tribunera, en la que algunos evidencian su mediocridad.
Pero de inmediato se olvidan que, detrás de esas acaloradas demostraciones de “patriotismo” y “valentía”, dejan a la intemperie a empleados municipales, a quienes les dicen, presupuesto mediante, que lo de ellos queda “para más adelante”. Algunos, los supuestos opositores, avalaron con impostados cacareos para que la gilada se coma el sapo.
El sueldo del Intendente y de los funcionarios, implica no menos de seis sueldos de los empleados comunes.
Curioso el doble estándar ético de los concejales. Juran con aspavientos revolucionarios, para enseguida desplegar sus habilidades para, en tiempo record y con gran “valentía”, aumentar los sueldos de Intendentes, Secretarios y funcionarios.
Resulta más curioso y reprochable, cuando en ese mismo presupuesto no se contemplan obras públicas para el año venidero, invocando la estrechez de las cuentas públicas.
Deberían recordar los Concejales, que todo “juramento”, por tradición institucional, de derecho público, conlleva una sanción para el caso de incumplimiento. “Que Dios o la patria me lo demanden”, implicando siempre y por principio esa “Demanda”, que en nuestro caso jamás se cumple. Se traiciona impunemente ese juramento de defender a los más vulnerables, y a los ciudadanos en general.
Somos todos escépticos de que esa sanción se cumpla, pues nunca ocurre. Para los Concejales, Jurar fue fácil. Lo difícil es que se les “demanden” a los perjurados cuando han incumplido, incurriendo en perjurio al traicionar el juramento.
Estas conductas lamentables de la clase política, nos advierten que perjurar y abjurar de las promesas de campaña es más fácil que quitarle el poncho a un mamao, diría mi padre.
En el caso, la presurosa “unanimidad” a la hora de aumentarse los sueldos de funcionarios, sólo se explica, seguramente, en que los animó la íntima convicción de que, total, la “calentura emocional” de los federalenses pasa enseguida, y quedaran indultados por el olvido colectivo, ahondando en el descreimiento. “Que los empleados municipales, contratados y sub-contratados, esperen a que vengan tiempos mejores”, porque la “crotera” de hoy es culpa de los de ayer y los de ayer nos dijeron que la culpa de la “piojera” era por los de antes de ayer.
Y así seguiremos, empleados municipales y los ciudadanos comunes, habituados ya a una constante incertidumbre, a la inquietud de no saber cuándo vendrá el aumento de sus paupérrimos sueldos, obligados al tránsito de un camino sin brújula ni evolución, conviviendo con el interrogante sin respuesta respecto del valor de su trabajo cotidiano, el que, en el caso, quedara sujeto a “Decretos”.
Los contratados peremnes, sujetos a la incertidumbre de su constante precarización laboral.
El haber de los funcionarios, al parecer, tiene mayor jerarquía y previsión, pues es consagrado por “Ordenanza” que ellos mismos acuerdan. Muy sádico y burlón, si se tiene presente no solo la suspensión de la movilidad jubilatoria nacional, el rigor de la Ley de Emergencia Solidaria, sino también, el reciente estudio de la CIPPEC que refiere a Federal, entre otras ciudades, como sitio de pobreza crónica.
Pese a todo ello, no les falló la brújula a los funcionarios, pues siempre la aguja les orienta con precisión el punto magnético, a la hora de ponerse primeros en la fila, cuando se trata de fijar la “paritaria” de la clase política.
Así estamos. No han demostrado “valentía” para discutir otros temas, más apremiantes para nuestra lacerante realidad. Temas como la necesidad de crear un fondo propio para canalizar el ahorro local, y poder así abordar la construcción de viviendas, ahorro que se llevan hoy un mega-comercio local de electrodomésticos, la timba institucionalizada, o usurarias financieras que son el saguaypé de los empleados del Estado.
Cómo reactivar la economía local, cómo dar marco jurídico la faena local de carnes, cómo fomentar desde lo impositivo un cordón hortícola, cómo propiciar un fondo de infraestructura para la inversión privada en los campos de la zona y evitar así que nos roben la renta agropecuaria los foráneos dueños de la tierra.
Todos estos posibles objetivos esperaran para más adelante, en una letanía espectral de nuestra realidad. Lo importante, es asegurar los morlacos de quienes deciden nuestra suerte.
Moraleja: no todo “CAMBIO DE ÉPOCA” implica evolución.